miércoles, 29 de diciembre de 2010

¿Se puede encontrar bacón orgánico y libre de tanto sufrimiento animal en el mercado?

miércoles 29 diciembre 2010 por Me
El post sobre las terribles condiciones en las que viven los cerdos destinados a convertirse en productos de charcutería en la granja Smithfield Foods me ha dejado pensando en las opciones. Me gusta el bacón, lo he confesado, pero información como la de Smithfield Foods me ha llevado a prescindir de ese grasoso gusto. Prefiero evitar comer algo que en vida haya sufrido siempre que sea posible. ¿Es posible con el bacón (o beicon)?
Bien, parece que sí. He encontrado una empresa llamada Campos Carnes Ecológicas, en Andalucía, que vende panceta de cerdo ecológica, obtenida, según explica en su web, rechazando los métodos intensivos de explotación del ganado, tales como la estabulación permanente, el confinamiento prolongado, la falta de libertad de movimiento, el amarre, la explotación en batería y el alojamiento en ambiente controlado.
Las Industrias Cárnicas Blancafort, en Cataluña, también ofrece una gama de productos de cerdo, entre ellos bacón, preparado a partir de animales que han crecido, según detallan en su web, a su ritmo natural, sin explotación intensiva ni manipulación artificial. Su alimentación consiste en pastos naturales y forrajes exentos de pesticidas, fertilizantes y, por supuesto, transgénicos.


Está visto que hay opciones, pero también que hay que currárselo un poco para encontrarlas, pues no es que los productos de cerdo de estas granjas estén en todos los anaqueles. El próximo paso de la industria de la producción ecológica de alimentos de España debería ser explotar más el nicho de los productos cárnicos provenientes de animales que han tenido una vida digna.
Y para regularlo, habría que crear una certificación independiente, como la que existe en Estados Unidos que certifica que las gallinas que han puesto los huevos que compramos han sido criadas en libertad, respetando sus necesidades. Nada de jaulas ni hacinamiento ni pienso químico ni fertilización forzada ni esas otras cosas horrorosas a las que solemos someter a los animales que nos comemos.
Fotografía | Jonathunder

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