martes, 7 de diciembre de 2010

Animales en España: horror medieval

MARTES, 7 DE DICIEMBRE DE 2010

 
Mulas descansando tras la jornada laboral en el monte. / E.H.
No se trata de corridas de toros, que es materia de discusión, ni de la caza del zorro que pertenece a Gran Bretaña, se trata del abandono y la muerte de galgos a manos de sus dueños, criadores y cazadores. Cada año, sea o no temporada de caza, miles de estos animales admirables agonizan colgados del cuello con las patas traseras rozando el suelo, al que se empeñan en llegar para salvarse, hasta morir. Sale más barato que alimentarlos durante el resto del año.

España es conocida en Europa por su crueldad con los animales. No hace mucho, leí que en Boñar (León) decenas de caballos mueren por hambre y abandono. La empresa que los asesina se llama Caballos de Boñar, S.L. y el responsable, Agustín de Celis Rodríguez, quien hace 11 años fue declarado culpable por robar 40 millones de pesetas con los que quién sabe si montó el negocio de los caballos. O quizás un prostíbulo, ¿qué más da? El caso es ganar dinero. Sus vecinos se mueren de vergüenza y el tipo sigue en libertad.

En Cáceres, un individuo llamado Antonio Rodríguez Mozo, denunciado muchas veces por lo mismo, está dejando morir por incuria a perros y caballos. Un policía fotografió con vistas a un posible juicio contra él, a un pobre galgo hambriento que comía la carne desgarrada de un potro moribundo. ¿El noveno anillo del infierno dantesco? No, Cáceres, provincia de España. Los vecinos de Cáceres se manifestaron el sábado 27 de noviembre, avergonzados de que tal cosa ocurra en su tierra. Se acercaron a la finca para dar de comer a los animales que allí siguen encerrados, abocados a un final terrible.

Los agricultores granadinos de la vega de Salobreña denuncian a la policía que pequeñas manadas de caballos famélicos invaden sus huertos para alimentarse. Hasta cien animales contaron.

En Madrid las denuncias crecen según pasa el tiempo sin que la justicia haga nada, ni los alcaldes, ni los parlamentarios, ni los directores generales, ni los secretarios, ni los ministros del ramo que sea. Personas sensibilizadas, guiadas por la asociación protectora ALBA han empezado las investigaciones para averiguar quién es el dueño de una perra de caza, a la que encontraron colgada hasta la muerte, por el atroz procedimiento del piano que ya les he citado al principio.

Lo que me recuerda que una vez, cuando iba en busca de mis dos perros, entré en la perrera de Reus (Tarragona) y casi me muero del espectáculo que contemplé allá. Les ahorro descripciones espantosas. Pero recordarán que fue en esa perrera infame donde se produjo, en 2001, el episodio de tortura y muerte de 15 perros indefensos a manos de unos jocosos muchachotes, lo que movilizó a gente de bien para conseguir que las leyes españolas contemplaran el maltrato a los animales como delito. Hasta entonces, no lo era.

¿Qué país es éste al que no le duelen estas prendas? ¿Acaso las leyes españolas no son capaces de frenar tanto atropello? El Código Penal en su artículo 337, aprobado hace doce años, castiga con penas de tres meses a un  año de prisión a “los que maltrataren con ensañamiento e injustificadamente a animales domésticos causándoles la muerte o provocándoles lesiones que produzcan un grave menoscabo físico”.

Este artículo parece que será mejorado ya que algunos jueces interpretaban que no había delito si no había exhibición pública,  y el nuevo entrará en vigor el 22 de diciembre próximo, como un premio de la lotería de Navidad. Es urgente que la ley nacional y las de las comunidades autónomas que las tienen transferidas sean coincidentes y duras.

Marguerite Yourcenar, de la que cuartopoder se ocupó hace unos días con motivo de conmemoraciones que se celebran en Francia, dice que “la protección del animal está en el fondo, en el mismo combate que la protección del hombre”.  La autora de Memorias de Adriano llega más lejos, a las consentidas prácticas no menos crueles de las granjas y los transportes de animales vivos: “Seamos subversivos, dice, rebelémonos contra la ignorancia, la indiferencia, la crueldad que, por otra parte, se ejercen contra los animales más a menudo que contra los hombres. Acordémonos, porque hace falta recordárnoslo siempre, que habría menos niños mártires si hubiera menos animales torturados… si no nos hubiéramos acostumbrado a los furgones donde los animales agonizan sin alimento y sin agua a la espera de ser abatidos.

Hacen falta, por tanto, penas duras y hace falta que las cumplan los culpables y hace falta sacudirse de encima la indiferencia para que se denuncie a esos tipos. No nos hagamos los suecos, con perdón.  No dejemos pasar ni una.

1 comentario:

  1. Muy trágico pero interesante a la vez tu artículo Jaume. Yo escribí uno hace unos días en www.caballosyponis.es, pero ni mucho menos con tanta información.
    Tenemos que acabar con esto. Stop al maltrato animal!
    Saludos desde Barcelona,
    Aina

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