sábado, 27 de marzo de 2010

La España arcaica

MARTÍN SAGRERA. 26.03.2010


Dado que la función esencial -si no única- de la monarquía es la de equilibrio, la de representar a todos los españoles sin tomar partido, no me extrañó el encontrar la primera crítica publicada en la prensa diaria a Juan Carlos I. Porque cuando la gran mayoría de los españoles estamos cada vez más contra ese bochornoso espectáculo folclórico que avergüenza a nuestro país, el rey -como si fuera un turista japonés que visita países bárbaros cuyo tipismo y atraso le encanta, haciéndole sentir superior-, defendía que las corridas de toros debían seguir siendo "la fiesta nacional".

Ahora, a pesar de todo lo que ha llovido desde entonces, de las leyes contra el maltrato animal, y de las crecientes manifestaciones e iniciativas populares -de verdad, no del PP- en contra de ese sádico placer en torturar animales, nos encontramos todavía con un renovado e incrementado apoyo de Juan Carlos I en Sevilla a ese espectáculo arcaico, que incluso el abogado de un torero famoso acaba de pedir "dejar morir en paz". Esto ayuda a prolongar una triste agonía que nos cuesta a todos los españoles centenares de millones en impuestos. Se diría que, caballo cansado, con ganas de jubilarse, el actual monarca parece empeñado en liquidar su propia institución, que -salvadas las naturales diferencias- la mayoría de los españoles ya estamos declarando en las encuestas que constituye también "una reliquia del pasado".

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