domingo, 29 de noviembre de 2009

El holocausto de un millón de cerdos





Los cerdos están atrapados en los remolques, el rifle con munición y el tridente dispuesto para empujar a los gorrinos hacia el precipicio. A los tiernos lechones les espera un mazazo en la crisma antes de caer al agujero; ellos sí estarán medio muertos





Cuatro de febrero de 1998. La peste porcina clásica lleva meses diezmando la cabaña desde que en abril de 1997 fue detectado el primer foco de la enfermedad. Varios camiones se detienen junto a una enorme fosa excavada en la tierra. Ha llegado la hora de la gran matanza. Los cerdos están atrapados en los remolques, el rifle con munición y el tridente dispuesto para empujar a los gorrinos hacia el precipicio. A los tiernos lechones les espera un mazazo en la crisma antes de caer al agujero; ellos sí estarán medio muertos cuando la tierra, y la cal viva, los sepulte.

El ritual comienza con una certera patada en los cuartos traseros del cerdo que abrirá el camino a la piara condenada a muerte. Un operario encaramado a la rampa del primer vehí culo, enfila el tridente hacia los cochinos, que empiezan a caer en el hoyo como chinches. Parecí a como si se estuviese descargando arena o escombros; pero no, eran animales vivos. Un supuesto veterinario, vestido de verde a pie de fosa, dispara espaciadamente sobre la masa de cerdos amontonados al tiempo que máquinas excavadoras intentan cubrir de tierra a los animales. La bestial carnicerí a está servida.

Las imágenes de aquella cruel aniquilación, grabadas clandestinamente en ví deo en el referido municipio de Lleida, serán la prueba con la que los Verdes de la Comunidad de Madrid acudirán esta próxima semana a la Comisión Europea. Los ecologistas pretenden demostrar que España incumple gravemente la legislación protectora de animales al enterrar vivos muchos de ellos. La denuncia, además, incluirá un apartado donde se cuenta cómo cerdos procedentes de zonas afectadas por la epidemia (las llamadas áreas de protección o vigilancia) terminaron lanzados vivos a las trituradoras de empresas de harinas cárnicas para su conversión en pienso. y Europa, tras el escándalo de las vacas locas y el más reciente de los pollos y piensos con dioxina, no está precisamente para nuevos sobresaltos alimentarios.

Sacrificio masivo

Desde que, en abril de 1997, estalló en Lleida (más tarde se dejarí a sentir en Segovia, Madrid, Toledo y Andalucí a) el brote de peste porcina clásica, en toda España con una cabaña de tres millones de cabezas- se han sacrificado un millón largo de cerdos. Sólo en la provincia catalana el número asciende a 908.738 animales, de los que 830.614 estaban sanos. De éstos, 601.719 terminaron en las fábricas de harinas para piensos. El enterramiento en grandes fosas comunes se ciñó, tal y como está establecido para afrontar las epidemias de la enfermedad porcina, a los lugares donde se detectaron focos de peste. Como medida preventiva, además, se sacrificaron muchos animales de zonas de alrededor para evitar posibles rebrotes.

Un trabajador de una de las empresas de harinas cárnicas, que habló a condición de mantener su anonimato, relató a CRONICA cómo se precipitaron los hechos en Cataluña. Al principio, se acondicionaron una serie de mataderos para sacrificar a los animales de la zona de protección (no enfermos). "Allí se les degollaba y habí a una empresa, autorizada por la Consejerí a de Agricultura de la Generalitat, que se llevaba la sangre", relata.

Según el testimonio del empleado de Grefacsa -las otras dos empresas de harinas cárnicas para piensos que participaron en las matanzas fueron Echevarrí a y Canuto Vila-, la Consejerí a de Agricultura pidió la colaboración de las fábricas. "Con los primeros brotes de peste porcina", narra, "se mató a los cerdos en las mismas granjas. Después se habilitaron los mataderos donde una empresa autorizada se llevaba la sangre de los animales no enfermos que tuvieron que ser degollados". El mayor problema surgió con las madres reproductoras y los lechones. "No habí a mataderos acondicionados para ellos, por eso nos pidieron que colaboráramos, y empezaron a enviarnos animales a nuestras fábricas. Llegaban vivos en unos camiones que tení an una plataforma basculante. Un equipo de pecuarios y veterinarios se metí a dentro con los cerdos y les disparaba con una pistola de bala cautiva. De ahí pasaban a la tolva y caí an a la trituradora". Alimento para granjas.

El empleado de Grefacsa, quiere dejar claro que el plan fue diseñado por la propia administración, y no por las fábricas de harina. "Insisto en que todos eran animales sanos y que el máximo responsable es la Generalitat". En imágenes publicadas en el diario La Mañana el 7 de mayo de 1998 en Lleida se puede contemplar un Guardia Civil) vigilando uno de los enterramientos de cerdos sacrificados. Junto a los guardias civiles aparece un camión de la fábrica de harinas Grefacsa.

Según el Real Decreto 54/1995, sobre protección de los animales en el momento de su sacrificio o matanza, "no se deberá aplicar el aturdimiento cuando no sea posible sangrar a los animales inmediatamente después".

La pistola de bala cautiva es un método de aturdimiento, no de matanza. El mecanismo lo integra un muelle del que sale a alta velocidad un émbolo que después de percutir vuelve a la pistola. "Correctamente aplicado, con el animal inmovilizado", opina Gloria Torres, portavoz de Los Verdes de Madrid, "produce un estado de inconsciencia que dura uno o dos minutos. Si se aplica mal, lo que ocurre con animales en movimiento, ni aturde ni mata; se convierte en un método de tortura".

Fábrica de harinas

Pedro Pérez, trabajador de un matadero de Cuenca, sabe bien que por ley "no se puede matar en cualquier sitio, y menos en una fábrica de harinas, porque podrí a llegar a ocurrir lo mismo que pasó en su dí a con las vacas locas. Los animales deben llegar muertos del matadero y en cámaras frigorí ficas". Pérez conoce igualmente cómo y en qué condiciones debe- rí a utilizarse la pistola de émbolo. "A los cerdos hay que inmovilizarlos completamente en mangas, en fila, porque el sistema es complicadí simo. Se puede llegar a matar a algún animal si está perfectamente bloqueado y le das en el sitio justo. En movimiento es imposible. Lo único que haces es provocarles dolor.

Si en Lleida se hubiesen matado los 601.719 cerdos que fueron sacrificados en las fábricas de harina con la pistola de bala cautiva, que según los expertos necesitan de una operación por cada animal de 30 segundos, habrí an necesitado un total de 209 dí as de disparos sin parar un solo segundo.

En mayo de 1997, tres asociaciones denunciaron los hechos al fiscal de Medio Ambiente de Cataluña, José J. Pérez de Gregorio. La denuncia incluí a tanto los enterramientos masivos como el enví o de animales vivos alas fábricas de harina animal. Entre los firmantes del escrito estaba Joaquí n Vázquez, portavoz del Institut de Ponent per a la Conservació de l'Entorn Natural (IPCENA). Vázquez habí a sido testigo presencial de algunos enterramientos. "Fui a aquellas fosas y cuando los operarios me vieron, intentaron quitarme la cámara. A la prensa le hicieron la vida imposible. Llamé a la Guardia Civil y no sólo aceptó una denuncia in situ, sino que emití un informe sobre cómo se estaban enterrando vivos al 90% de aquellos cerdos. Sólo a unos pocos los mataban a balines.

Caso archivado

El fiscal de Medio Ambiente anunció inicialmente que, si el asunto era de su competencia, podrí a abrir diligencias por tres artí culos del Código Penal relativos a delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, En aquellas fechas el conseller de Agricultura de la Generalitat, Francesc Xavier Marimon, seguí a diciendo que ningún enterramiento se habí a realizado sin cal viva.

Finalmente, la denuncia pasó al fiscal de Lleida Martí n Rodrí guez, quien la archivó concluyendo que "las pruebas no evidencian la existencia de contaminación que pudiera generar peligro para la salud humana o el equilibrio medioambiental", Hizo mención también de los enterramientos: "Si bien con las prisas propias de la urgencia del caso, se hicieron respetando en lo posible la normativa vigente".

El miedo a la contaminación de los acuí feros por los enterramientos masivos de cerdos se hizo visible, en enero del 98, en un pueblo de Segovia, Sauquillo de Cabezas. Los 250 habitantes del municipio agolaron las existencias de agua mineral tras conocer que más de 8.000 cerdos habí an sido enterrados en una fosa próxima al pozo que garantiza el suministro.

Tras el archivo del caso en Cataluña serán ahora los Verdes de Madrid quienes acudirán a Europa con las presuntas irregularidades. A juicio de Gloria Torres, su portavoz, se han cometido infracciones graves y reiteradas de la directiva 93/129 del Consejo de Europa, sobre protección de los animales en el momento de su sacrificio o matanza.

Los hechos no se circunscriben a Lleida. El fotógrafo Fernando Peñalosa retrató con sus cámaras la evolución de la peste porcina en Segovia. Hay episodios que presenció en Fuentepelayo que le pusieron los vellos de punta. "Aquello era espantoso. Los cerdos gruñiendo en las fosas y, aunque habí a veterinarios, no vi armas ni sangre. Muchos animales estaban muertos, pero por asfixia o aplastamiento. Los lechones estaban desperdigados buscando a sus madres. y los ejemplares vivos, que querí an escapar de la fosa, andaban sobre los muertos".

No fue fácil conseguir imágenes de cómo en toda la provincia se sacrificaron 95.000 cabezas. "Fue un verdadero holocausto", llega a decir la periodista Teresa Sanz, que finalmente pudo contemplar algunos enterramientos.

Las consecuencias posteriores de aquellas tumbas se dejaron oí r, y oler, tiempo después. Vecinos de distintas localidades segovianas denunciaron explosiones en las grandes fosas donde se enterraron los animales. La explicación es que los cadáveres, al descomponerse, producen metano y el gas, altamente contaminante, explota si no tiene suficiente sosa cáustica.

En enero de 1988, el alcalde de Carbonero el Mayor, José Damián Gómez, explicó a los periodistas que hací an un seguimiento informativo de la peste porcina que de Navalmanzano a Fuentepelayo no habí a quién aguantara tanto olor a muerto: "Los cerdos estallan por el metano, se desentierran y hasta hay movimientos de tierras".

El mal de Holanda

Convencidos de que algo huele a podrido en todo el asunto de la peste porcina, desde Ipcena Joan Vázquez llama la atención sobre el origen de la enfermedad. "No entendemos cómo Cataluña sigue importando cerdos de Holanda cuando se sabe que el problema viene de allí . Se desconsidera la ganaderí a del resto de España. Además, cuando en los Paí ses Bajos se detectan focos de peste, congelan los cerdos y los incineran porque, por ley, hay que destruir esos cuerpos".

Esta misma semana se ha conocido, por otro lado, que importantes criadores holandeses de cerdo se están trasladando a España. Entre los nombres conocidos está Wien van den Brink, lí der del Sindicato de Ganaderos de Porcino de Holanda (NVV), quien ha comprado una granja de 50 hectáreas en Cataluña. Junto a él, al menos otros 80 empresarios holandeses están considerando la posibilidad de criar sus cerdos en España. Huirí an así de una legislación que amenaza con reducir drásticamente (un 25%) la cabaña porcina en Holanda, donde los excrementos de 14 millones de cerdos -con la consiguiente carga de fosfatos- generan un grave problema medioambiental.

Mientras, los más crí ticos aseguran que España es lo contrario, precisamente, a un paraí so para los animales. Ponen como ejemplo la limpieza acometida tras los últimos brotes de peste porcina. "A diferencia de Holanda, aquí se ha hecho todo mal", dice Joan Vázquez, de Ipcena. Incluso llega a afirmar que enterramientos como los de Castell del Remei (grabados en ví deo) se hicieron con cal viva, con el riesgo que ello comporta para los acuí feros.

También existen imágenes y denuncias de los 40 habitantes de Puigverd, donde se enterraron 20.000 cerdos a apenas un centenar de metros de las viviendas. "Las bolsas de gas metano comienzan a salir, además de lí quidos y olores. De la putrefacción de la carne surgen microbios y otras sustancias contaminantes...

El riesgo de infecciones está ahí , opina Joan Vázquez.

El sector porcino de la Unió de Pageses también se ha dejado ir por boca de su portavoz, Josep Llobet. Los agricultores catalanes se quejaron de que durante el transporte masivo de los animales se estaba extendiendo la epidemia, pues los excrementos que caí an durante el trayecto son materias potencialmente contaminantes. ¿Harina de otro costal?

El ecocerdo que huele a rosas

Desde la invención del comedero, asegura Cecil Forsberg, de la Universidad Guelph de Canadá, ningún otro avance en la crí a porcina es tan grande como el logrado por su equipo de investigación en granjas de Inglaterra. Allí , un equipo cientí fico ha logrado un cerdo modificado genéticamente que hará las delicias de los mejores olfatos del planeta. El guarro más ambiental ya ha nacido. Su olor es más dulce y sus deposiciones contienen la mitad de fosfatos contaminantes que las del cerdo común.

Hasta la fecha han sido creados tres animales, bautizados ya como ecocerdos. Aunque se comportan como un lechón más, sus genes han sido modificados para que no contaminen la tierra donde habiten y apestarán la mitad que sus congéneres.

Los cientí ficos desarrollaron gen es de ratones y de bacteria que después introdujeron en el ADN de fetos de cerdo de Yorkshire (Inglaterra) que a su vez fueron implantados en hembras reproductoras. Las tres crí as producen una enzima, la fitasa, presente en su saliva, que les permite absorber los fosfatos presentes en los alimentos.

La investigación se inspiró en la creación de ratones transgénicos del Instituto Brabaham, próximo a Cambridge. Es la primera vez que la preocupación medioambiental ha motivado el diseño de animales más ecológicos cuya carne, aseguran los cientí ficos, no se verá afectada por ello.
Aún queda camino por andar. "Va a pasar mucho tiempo", dice Forsberg, "antes de que alguien pueda desarrollar un cerdo que huela a rosas".


Texto original:http://www.contratasyobras.com/respetoporlosanimales/holocausto.html

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